martes, 24 de febrero de 2015




la incapacidad del sistema político para revertir la situación en que nos encontramos es parte fundamental de la respuesta. Después de cinco años de crisis, sigue destruyéndose empleo y tejido empresarial, sigue aumentando la desigualdad y la pobreza, no cesan los desahucios, los inmigrantes regresan a sus países de origen y continúa desmontándose el Estado del bienestar. Todo esto provoca desesperación, que puede traducirse a su vez en un rechazo a los políticos.
Ahora bien, otros países están pasando por situaciones parecidas a la nuestra y sin embargo el desgaste del sistema no es tan fuerte como aquí. Para entender lo que sucede en España es preciso tener en cuenta otros factores aparte de la incapacidad del gobierno en su lucha contra la crisis. En este sentido, creo que la llamada “desafección” democrática es sobre todo consecuencia de una percepción ampliamente compartida en la sociedad de que ciertas injusticias se han agudizado a lo largo de la crisis. Muchas personas se sienten desconectadas del sistema político y se encuentran huérfanas de representación política porque juzgan que los dos grandes partidos políticos no están a la altura de las circunstancias por su falta de compromiso e iniciativa en la lucha contra la injusticia.
La incapacidad del sistema político para revertir la situación en que nos encontramos es parte fundamental de la respuesta. Después de cinco años de crisis, sigue destruyéndose empleo y tejido empresarial, sigue aumentando la desigualdad y la pobreza, no cesan los desahucios, los inmigrantes regresan a sus países de origen y continúa desmontándose el Estado del bienestar. Todo esto provoca desesperación, que puede traducirse a su vez en un rechazo a los políticos.
Ahora bien, otros países están pasando por situaciones parecidas a la nuestra y sin embargo el desgaste del sistema no es tan fuerte como aquí. Para entender lo que sucede en España es preciso tener en cuenta otros factores aparte de la incapacidad del gobierno en su lucha contra la crisis. En este sentido, creo que la llamada “desafección” democrática es sobre todo consecuencia de una percepción ampliamente compartida en la sociedad de que ciertas injusticias se han agudizado a lo largo de la crisis. Muchas personas se sienten desconectadas del sistema político y se encuentran huérfanas de representación política porque juzgan que los dos grandes partidos políticos no están a la altura de las circunstancias por su falta de compromiso e iniciativa en la lucha contra la injusticia.